quarta-feira, outubro 18, 2006

Las particulas elementales / Michel Houllebecq



Tierra. Aire. Agua. Fuego.
Algunos completarían con corazón y tienen razón. Porque en este libro todo gira en torno al corazón.

Hace más de cinco años que me lo recomendaron. Un viejo verde, mi profesor de ética que rondaba alrededor de sus alumnas y toqueteaba la mesa con los dedos. Yo nunca me di por aludida y supongo que fue eso lo que me salvo de pensar en que el libro recomendado, una vez leído, solo podría ser el reflejo fiel del viejo verde que era aquel profesor.
Podría serlo aún así.

Quieres que te la coma ahora o prefieres que te haga una paja en el taxi.
No ahora.

Podría haberme quedado ahi. Y en cierta forma me quedé, sin pensar en que el amor lleva a partes iguales su proporción de dolor. Y que el sexo es eso. Amor y dolor.

Los personajes retratados por Houllebecq llevan una vida triste y gris. Todos se sienten encerrados dentro de su propia vida. Rondan los 40 años y piensan que podían haber dado más de si. Sin embargo están en ese punto de inflexión en que lo mismo da que las cosas cambien o no, pero tienen que intentarlo. Los matrimonios fracasan. Los trabajos fracasan. Los sueños fracasan y por supuesto, las personas fracasamos.
La vida anodina y carente de propia vida se la dejamos para aquellos que no se dan cuenta de nada. Que no se dan cuenta de lo que pierden hasta que lo pierden y que no tienen el valor de amar y de follar ni de sentir dolor a partes iguales. Porque como decía antes, las particulas elementales no son cuatro. Son cinco, impares son mejores. El corazón también entra ahora.

¿Quién se puede dignar a mencionar una vida en la que no amó a nadie? ¿Quién es capaz de decir que el sexo es mejor en las peliculas? ¿Quién se atreve a decirme que nunca a sufrido?

El problema de Houllebecq es que no se conforma con enseñarte la miseria de sus personajes. Houllebecq les da sueños, les da todo el amor del mundo, les consigue sexo, les consigue un buen trabajo, les consigue todo. Y después voilá.

Adios, au revoir, ciao. Lo que tu quieras. Pero siempre te despide de todo. Siempre al final, cuando olfateas la última página te hunde. Te enseña que has vuelto a perderlo todo. Que ahora no va a haber segundas partes con las que seguir adelante.

Todo eso es Houllebecq.

Y para hoy, las particulas elementales de anagrama. También en cines....