quarta-feira, fevereiro 28, 2007

Como atarse bien los zapatos

A las 7:07 de aquel cruel día de Abril, Lucida Casual se sentó en un banco del parque y miró a la gente que paseaba por Sabana.

Todas las mujeres, cargadas de un pesado bolso que simulaba su corazón, vestian vaporosos vestidos, tul de bailarinas y zapatos de tacón.

Todos los hombres calzados con sandalias llevaban a cuestas pianos, mandarinas y sonrisas.

Así y con todo los bolsos rotos en los brazos de las mujeres se dejaban ver de vez en cuando.

Caterine Vera fue la primera mujer que se sentó a su lado.
-Con esos zapatos no aguantarás en esta ciudad.
-Me han durado muchas canciones ya.
-No de Jazz.

Caterine Vera llevaba en el bolso los billetes de un tren que perdió en una estación a muchos kilómetros de Sabana. Llevaba pañuelos bordados, con los que lloraba mejor y un kiwi, para evitar la tentación. Vera no miraba a muchos hombres al pasar.
A Vera le gustaba su corazón de cuero cosido a mano. Con hilos de colores que dejaban que cada cicatriz fuera un orgullo.

-Llevan sandalias para que no puedan perseguirnos, le contó a Lucida antes de llevarla a casa. Yo te daré los mejores zapatos para aprender a bailar en Sabana.

-Hace unas noches, aprendí a bailar- le dijo Lucida al aire.