quinta-feira, março 01, 2007

Estaciones


El 7 de Abril de 1957 Lucida Casual se dió cuenta de que realmente nadie vivía en Sabana.

Trenes de ida y trenes de vuelta surcaban las calles a toda velocidad. Lucida veía desde su banco en el parque como los obreros especializados vestidos con un mono azul con el escudo de Sabana cosido en la pechera colocaban las vías de plastico que montaban con tornillos de juguete. En un mismo día una persona podía recorrer varias franjas horarias. La mejor, la que todos querían traspasar era La Hora Estandar del Amor, en la que una pequeña máquina de vapor cruzaba sobre el puente y se alejaba río arriba. Rapidamente y antes de que alguien pudiera seguirle el rastro, los obreros especializados desmontaban las vías. Cuando volvían los hombres tenían las manos repletas de mandarinas y las mujeres otra costura en el corazón.


La casa de Caterine Vera era el Museo de Cera de la ciudad. Durante horas y horas, Vera moldeaba la cara del futuro amante a petición de la clientela. Y Lucida que esperaba pacientemente sus zapatos de bailar Jazz la miraba.

En esos momentos no importaba nada.

Ni siquiera los gritos del violinista que se oían desde la cabina de la calle pidiéndola que volviera.